MÁRMOL GRIS
Nadie soy.
Nunca más seré.
Todo seguirá y nada tendrá sentido.
Los días serán igual de tristes que yo.
El espejo me devuelve un vacío irreversible
y en las cuencas de mis ojos ya no cabe más dolor.
Lloran, y son cenizas las lágrimas
que caen al pozo del alma sola.
Tengo a mi pena durmiendo en un colchón.
Por las noches la observo y sueño con su voz,
que nunca me abandona, ni sueña desaparecer.
Cierra la puerta y deja un cadáver
que, en ocasiones, se parece mucho a mí
pero seguro, no guarda tanto amor innecesario.
Cada día soy menos.
Hoy no tengo valor para mañana,
ni el mañana tendrá valor para mi ayer.
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