jueves, 10 de agosto de 2017

ANDRÓMEDA

Inútilmente abrazo las estrellas
como buscando así, un calor que ya no existe
en mi cuerpo deshabitado.

Mis manos, que hasta entonces habían estado vacías,
sintieron la ausencia de plenitud
cuando tocaron tu pelo
y se llenó mi piel de semillas
que sembraron de amor mi cuerpo,

ahora, que se desmembran
y buscan ternura en un hueco
donde no alcanza a pasar la luz,
pero bombea dolor a mis brazos
y deseos de huida...

Ahora, que me despierto
y sólo encuentro desorden en la almohada
y restos de sueños secos que coagularon en algún olvido
de esos a los que nunca me supe enfrentar...

Ahora, que las palabras son un colchón de dudas
que se clavan en mi pecho hasta teñirlo de un dolor
que sigue regando las flores que plantaste,
inmarcesibles a mi prematura ausencia...

me dejo llevar por el agua
y que mis manos se arruguen de frío.
Y que el reflejo de la luna me entierre entre mi piel
y me catasterice hasta brillar en un cielo
donde siempre pueda encontrarme...

y donde siempre puedas encontrarme tú.

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