miércoles, 26 de julio de 2017

CORAZÓN DE ESPERPENTO

Desencajada la mandíbula,
quedó el hueso del hastío
colgando, inerte
sobre el engranaje cadavérico
de mi cuerpo frío.

Si eres música, yo bailo
esquelética y deshecha
sobre mi triste sepultura
sin flores ni epitafio,
y con el cuerpo en tierra
no hay guerra en esta piel
que logre resucitarme.

Pero deshaces la geometría y los tratados de paz.
Y eres jazz, y no bailo
porque sólo estás tú.
Y los muertos se asoman para verte bailar.
Y las fosas vacías se llenan de versos
que florecen y se abren de ternura contenida,
la misma que hiberna cuando te marchas
y se escarchan las caricias de mis palabras.

No es el mar, son tus labios
los que, al ir a beber,
lejos de quitarme la sed,
dejaron este árido espacio
donde poder naufragar.

Qué cosas tienes, amor,
que todo lo gris que tocas
lo dotas de color.

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