VERSOS DE TI, VERSOS DE MÍ.
No es tan
verdad que mis versos
estén hechos de ausencias,
también se
construyen con abrazos
de esos tan
largos
que es una
opción quedarse a vivir.
También de
los besos
que nos
damos al vernos,
o al
despedirnos,
o
simplemente
al acordar
besarnos en silencio.
También en
esos momentos
donde la
pena es un maniquí,
una copa de
vino un viernes noche,
un coche que
derrapa en el asfalto del recuerdo
y se
estrella con las risas de los que se han quedado
y el
silencio de los que se han ido.
A mis versos
los escriben
las manos de
las plumas de un ángel,
los
tulipanes amarillos que me sacan de mi mar,
la noches de
cuchillos rotos en la calle,
la sonrisa
de un papel de regalo,
la brisa del
cielo de Madrid,
un
desafinado acorde de guitarra,
bailar sobre
un óleo mal pintado,
escribir la
palabra que falta,
leer en voz
alta un poema dedicado…
Mis versos
están hechos de lugares.
Mis versos
están hechos de personas,
de penas
ajenas,
de risas
provocadas,
de lágrimas
que se escapan,
de alegrías
pasadas…
y presentes.
Mis versos
están hechos de gente,
de pilares
con grietas,
de metas con
fisuras,
de heridas
que se abren,
de la sal
que las cura…
Mis versos
están hechos con ruinas.
Mis versos
están hechos de escombros…
Mis versos
han llenado cien poemas
que le han
dado luz
a mi tiempo
de sombras.