POLICROMADO

Tengo la vida de colores llena,

donde en un lienzo en blanco dibujo mis sueños...

pequeños escombros de arena,

palabras de hollín y de tinta en las venas.

La luz me ha abierto las puertas

donde en este andén espero

a que un último tren

me aleje de estas vías muertas.

Llegó el frío y cubrió las colinas,

su hiedra,

sus canciones...

donde un invierno de piedra

heló la voz de mis ilusiones.

Y se cubrieron las nubes de escarcha,

escondieron sus gritos de hiel

y tras una guirnalda de colores

Dafne se ocultó bajo sus hojas de laurel.

Y que son mis manos papel

a la orilla de este embarcadero

cuando al paisaje de Durero

dibujo la historia de mi pincel.

FUERTE.

Un folio en blanco,

que veo y muestra mi presente,

un pasado desgarrado e inseguro,

un futuro acongojado, inexistente...

Un puente de sueños de ceniza,

de pequeños y translúcidos cristales

que erizan mis pupilas, y espectrales

se clavan en mi piel como puñales.

Cargadas de odio y de mentira,

de sangre seca y tinta entumecida;

las horas me torturan en silencio

y al incendio de mi tiempo en esta herida.

Y me llevan mar adentro tus palabras:

Me hablan de luces y objetivos,

que me encuentran en las fauces del anhelo

en el cielo donde sueñan los cautivos.

Araño las paredes de esta cárcel de papel

y no hay versos que me acallen.

No hay calles que me hallen despierta

ni hay puerta que cierre las grietas de mi piel.

He visto al mar susurrando en las esquinas.

Gemir y desgarrar con sus olas mi agonía,

abandonar en la orilla las astillas de mis lágrimas vacías...

derrumbar los escombros que quedaban de mis ruinas.

He oído al viento llorar con la tormenta

destruyendo los versos de mis manos.

Y oí sonidos de un piano

arder en una llama fraudulenta.

He vivido trece historias con la suerte.

He anhelado mi utopía, 

he sido fuerte.

He descrito mis victorias,

me he reído de la muerte.

He huido de las sombras

y del ruido de las horas...

y he caído en los sonidos de tu piel.

He sido cruel,

he aprendido a acariciarte sin pincel...

Y no he dejado de quererte.

Ni me he cansado de caer.

Ni por supuesto, he cesado

de escribir en un papel.

SI TÚ

"El tiempo no es oro, el oro no vale nada.
El tiempo es vida."  - José Luis Sampedro.

Y si yo no tengo mar.

Si yo no tengo mar...

mis aguas nacerán a la orilla de tus labios

y verán las olas de los míos

los años al pasar.

Y si yo no tengo cielo

al suelo volarán

tus abrazos de hielo

que me han venido a buscar.

Y si yo no tengo luz

que me bese al despertar.

Si yo no tengo Sol,

ni estrella a la que rodear.

Si yo no tengo brisa

que me ayude a respirar

cuando al abismo de tu risa

con alas de plomo

me atrevo a saltar.

Y si yo no tengo reino,

ni patria, ni bandera.

Si no tengo barrera que proteja el corazón.

Si no tengo razón para quererte...

Si yo quiero quererte sin razón.

Si yo quiero buscarte y no te encuentro

y mar adentro se pierden mis palabras.

Si en un momento evocan mis pupilas

la oscuridad del alba.

Si la noche arropa mi estandarte

y con mi escudo recojo el cielo azul,

me enredo en la laguna de tus ojos

para tener Luna que bajarte.

Si tú quieres,

si yo puedo.

Si te quedas,

si me quedo...

Si tú

no tienes

miedo.

CUANDO LA NOCHE DUERME

No se ha sentado esta noche en la silla de la esquina

el aura de la luna al despertar

y corriendo en círculos, el planeta Tierra

se ha cansado de girar.

Y el Sol ha llorado junto a las estrellas

las cenizas de esta ruina..

y ha cesado de brillar.

Hasta al mar ha llegado mi utopía,

mi mundo de papel,

mi pincel desenfrenado

en las heridas de mi piel.

Y al paso de los días,

de las noches sin dormir

ha llegado hasta mi cama

la brisa de la primavera

con mis ganas de vivir.

Se han postrado mis fantasmas

a las puertas de mi teatro

con sus sábanas cubriendo

las voces de mi calma,

los gritos que recuerdo

en la memoria de mi alma.

Se han cansado de caer

las lágrimas desordenadas

que escapaban sin quererlo,

que no decían nada,

que en mirada de tus ojos

llovía sobre calles mojadas.

Y las horas se han dormido en el regazo de tus manos

avisando que jamás despertarán

las luces de la ciudad.

Que no me volverán a atrapar

los brazos de la oscuridad.

Que el aura de la luna

en esa silla

de la esquina,

jamás

se volverá a sentar.

PALABRAS

Yo escribo a la mentira de mis versos.

Escribo al Sol,

al mar inmenso.

Escribo a la vida, por si acaso se acaba.

Le escribo a la Luna,

por si se apaga.

Yo escribo al dulce placer de amarte,

escribo al papel,

le escribo al arte

y a las palabras que recorren tu piel.

Dibujo sombras en un folio a parte

convirtiendo las letras en hojas de laurel.

Le escribo a la familia que nunca tuve,

a la infancia que sostuve,

a la luz que me acogió a nacer...

Le escribo a mis pupilas

por todo lo que han tenido que ver.

Yo escribo a mi mundo de color

y recito a mi alma indemne.

Le escribo al dolor

porque jamás ha podido detenerme.

Yo escribo al beso de tu aliento,

escribo a la noche,

le escribo al viento.

Yo escribo a tus labios al nombrarme.

Le escribo al tiempo

porque aún no ha logrado alcanzarme.

Yo cierro con poemas las mañanas

para que tus manos las abran

descubriendo el cielo azul.

Yo escribo porque la vida

está llena de palabras

y de versos como tú.

EL NOMBRE DE MI VERSO

Al nombre de mi verso

donde tus labios descansan

alcanzan mis palabras

folios de cuerpo terso.

Encuentran la mañanas

restos de tu piel,

náuseas de aliento y miel,

alondras de papel en la ventana.

Niebla tras las cortinas

desnuda tus ojos dormidos,

encuentran mis ojos perdidos

zarzas vestidas de espinas.

Miedos tras la pasión

arrancan la piel a escamas,

resguardan bajo el colchón

querencias de besos en llamas,

uniendo bajo tus dedos

espinas sobre un ciclón

zozobrando a los pies de tu cama.